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Aniversario del nacimiento de Madre Francisca

 

181013 madre francisca

 

ME LLAMO  FRANCISCA 

Y EL 13 DE OCTUBRE ES MI CUMPLEAÑOS 

 

Nací en Moncada el 13 de octubre de 1833, en el mismo año que, tras la muerte de Fernando VII, era proclamada reina de España Isabel II.


Mi padre, Jaume Pascual, era viudo y del anterior matrimonio tenía un hijo; se casó en segundas nupcias con Mariana Doménech, viuda también y con dos hijas. Mi nacimiento fue motivo de fiesta y fui acogida como regalo de Dios.


Me bautizaron en la Parroquia de Sant Jaume de Moncada. Mis padres eligieron para mí el nombre de Francisca pues eran grandes devotos de San Francisco de Asís y pertenecían a la Tercera Orden Franciscana Seglar que, desde 1721, se había establecido en nuestro pueblo. Era la mía una familia de labradores humildes, sencillos y muy creyentes.


Apenas fui a la escuela, no sabía leer ni escribir. Era lo normal entre la gente pobre, más aún si eras mujer; para nosotras, lo importante era aprender a cocinar, a lavar la ropa, a planchar, a coser... así ayudábamos en casa y nos preparábamos para el único futuro previsible, el de ser esposas y madres.


Mis padres educaron mi sensibilidad religiosa; en casa se rezaba el rosario y todo tenía sabor franciscano: la paz y el bien, el amor a la naturaleza y a todas sus criaturas. Dios era para nosotros la fuente de bondad y de misericordia. Mi madre repetía continuamente «Mi Dios y mi todo», como San Francisco, y yo también, primero por imitación y después por convencimiento.


Era una joven decidida y tenía don de gentes; me gustaba acercarme a los ancianos y charlar con ellos; me enternecían los invidentes y los sordos, ¡no podía imaginarme un mundo sin luz y sin sonidos!


Las chicas pobres como yo teníamos dos opciones: ser criadas de las familias ricas o entrar a trabajar en las fábricas. Empecé muy jovencita como empleada doméstica, luego trabajé en la fábrica de hilado de mi pueblo, después en otra de Valencia. En la fábrica me consideraban simpática y prudente, dispuesta siempre a echar una mano. Las jornadas de trabajo eran muy largas y nos desplazábamos cada día a pie hasta Valencia. Apenas teníamos tiempo para dormir, por eso tuve una idea pionera: alquilar una vivienda en Valencia compartiéndola con mis compañeras y solo el domingo regresaríamos a Moncada.

En aquella época de los inicios de la industrialización, los obreros contábamos poco, interesaba la maquinaria, la producción. Las mujeres trabajadoras lo teníamos más difícil. Los salarios eran mucho más bajos. No había seguridad social, ni se protegía la maternidad, todo lo contrario. En mi interior, yo me rebelaba. Mi fe en Dios me llevaba a encomendarme a Él, pero también a defender la justicia y la dignidad de las personas. En la fábrica jamás ocultaba mis creencias, me consideraban simpática, prudente y dispuesta siempre a echar una mano.


A pesar de las dificultades, yo era una joven alegre, vitalista y con carisma de líder.


Todos los años, el 13 de octubre celebro mi cumpleaños y agradezco a Dios el regalo de la vida.

Francisca PascuaL Doménech

Sábado, 13 Octubre 2018 09:49